Dichos cambios han sido posibles gracias al esfuerzo compartido de todos los ciudadanos, la evolución de la ciencia y consolidación de la democracia y de los sistemas educativos contemporáneos. Además, debe considerarse el contexto social, político, ideológico, económico y, evidentemente, psicopedagógico y didáctico en el que nos desenvolvemos.
Un sistema educativo inclusivo ha de caracterizarse por la oferta de una educación de calidad para todo el alumnado, con independencia de cuáles sean sus circunstancias personales (educación, género, idioma), sociales o culturales, teniendo siempre presente que el campo de actuación y de vivencias de este sistema ha de desarrollarse en un espacio definido como es la escuela, junto con las familias, los profesores y la comunidad educativa en general. En definitiva, la inclusión ha de plantear un modelo de escuela dirigido a la calidad, no discriminatorio, participativo, el cuál asume la heterogeneidad como factor de enriquecimiento. Pertenece al universo de la ética, la justicia social, la democracia y la equidad, contrario a la lógica de los méritos, la rentabilidad y la eficiencia.
Esta filosofía asume una escuela por y para todos, tratando de compensar cualquier tipo de desigualdad de origen y profundizando en las oportunidades educativas.
En clase, hemos realizado con nuestro grupo cooperativo un mural tratando de reflejar estos 4 modelos de atención a la diversidad. Tratamos de explicarlo mediante pictogramas, igual que en la foto anterior, empleando la técnica del visual thinking. El resultado fue bastante satisfactorio ya que las ideas esenciales nos quedaron claras y comprendimos mucho mejor en qué consiste la inclusión.